BUSHIDO AIKIKAI DOJO
DIRECTOR GENERAL
INSTRUCTOR EN JEFE
DIEGO MARCELO RE
3ºDAN AIKIKAI
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AIKIDO-BUSHIDO-BUDO
Kazuo Chiba: Bien, a mi me gustaba bastante el budo, especialmente el judo. Un día sucedió que me encontré en una situación donde tuve que sostener un encuentro con uno de los avanzados quien era un nidan. El era una persona agradable y me había enseñado bastante desde que entre al dojo por primera vez, también había sido bueno conmigo afuera del dojo. El tenía una contextura pequeña pero hacía un judo maravilloso, y podía derribar oponentes mas grandes sin utilizar fuerza. El utilizaba bastante los lanzamientos taiotoshi (caida del cuerpo) y el yokosutemi (sacrificio lateral) de una forma que no se ve frecuentemente. El era también muy rápido.
El acostumbraba derrotarme todo el tiempo, pero entonces, por alguna razón gané un encuentro durante un kachinuke shiai (encuentro en el quie el judoka se mantiene en el combate hasta que es derrotado; entonces es reemplazado por el ganador). El estaba mortificado y dijo “No puedo ya derrotarte en judo, pero aún tengo el kendo!” (él también era nidan en kendo).
Entonces, una noche, él se presento en mi casa y me dijo que saliera porque tendríamos un encuentro de kendo. Ahora, he hecho judo y karate, pero nunca kendo. Me preguntaba sobre algo que pudiese funcionar, luego salí y nos vimos en un lote desocupado. Mi Sempai me permitió una ventaja al dejarme usar un bokken de madera mientras el usana solamente un shinai de bambu. El era tan rápido que yo nunca pude tocarlo, mientras que su shinai chasqueaba en mi cuerpo una y otra vez. Terminé recibiendo una paliza.
Esa experiencia se convirtió en uno de mis primeros despertares acerca del budo. Desilusionado, dejé de ir al dojo de judo y comencé a hacerme cuestionamientos. Lo que me ocurrió fue que así practicara judo de la forma mas comprometida posible, y me consolidara como un judoka de alto nivel, de topdas formas sería derrotado por un kendoka con el grado de shodan en un encuentro de kendo. De igual forma, si a algún profesor de kendo le regalasen un uniforme de judo, y se acercara a mi dojo de judo, probablemente lo derrotaría sin importar que tan buena reputación el tuviese en el mundo del kendo.
Después de pensar por un momento, concluí que algo estaba faltando, y que se había cometido un error; el verdadero budo debía ser algo mas. Un practicante de budo, pensaba, debería ser capaz de responder bajo cualquier circunstancia, así fuese utilizando una espda contra otra, lo que fuese. Esas simples preguntas me llevaron a comenzar a pensar sobre la naturaleza del verdadero budo.
Debido a que no tenia idea de cómo encontrar el tipo de budo que yo buscaba, dejé de entrenar cualquier tipo de arte marcial por un tiempo de seis meses. Sabía que tenía que encontrar un profesor que me pudiese dar la guía apropiada.
Entonces, un día en una librería recogí un libro de aikido. En el interior jabía una pequeña foto de O-Sensei. Cuando la vi, supe inmediatamente que había encontrado mi maestro. No sabía nada acerca de las técnicas de aikido, pero pensé que eso no era importante y simplemente pensé: “esto es!, esta parece que es una persona que entendería mis preocupaciones”. Así fue que encontre mi camino hasta el lugar donde el Sensei Ueshiba se supondría que estaría con el ánimo de sugerir (un poco grosero de mi parte pues no tenía ninguna invitación) sin importar lo que sucediera, ser recibido como un uchideshi tan pronto como fuese posible. Así fue que yo llegué al aikido.
Me había graduado recientemente del bachillerato, entonces seguramente tenía 18 años. En ese entonces O-Sensei estaba viviendo en Iwama, así que no se encontraba usualmente en Hombu Dojo. Pero estaba preparado para sentarme frente al dojo hasta que fuese aceptado para ser un uchideshi. Así lo hice, esperando poder hablar con alguien. Eso fue a mediados de febrero [1958], y hacía bastante frío. Parece que las personas en el Hombu Dojo creían que yo era alguna clase de loco. Trés días después O-Sensei regresó de Iwama. Waka Sensei (el actualdoshu, Kisshomaru) aparentemente le informó que había una persona extraña y le preguntó que debía hacer al respecto. O-Sensei dijo “tráiganlo adentro,” de esa forma fue que pude conocerlo. Me senté en el corredor afuera del cuarto de O-Sensei e hice un saludo formal. Cuando levanté mi cabeza y lo miré dije para mi “esto saldrá bien”.
O-Sensei dido, “el entrenamiento en budo es extremadamente demandante. ¿Piensas que puedes manejarlo?”. Le respondí que yo estaba muy seguro que podría u O-Sensei dijo, “Entonces muy bien”, fue una presentación muy simple.
Si, y no hubo un solo día durante ese periodo que lo hubiese considerado “divertido” —- No en este entonces de todas formas. Ahora recuerdo esos días con cariño, aunque eran bastante duros [risas]. Por supuesto eso era lo que yo había escogido con el fin de lograr mis metas, no algo a lo que me hubiesen forzado, en ese sentido era algo así como un lujo, a pesar de la dificultad.
O-Sensei aún disfrutaba de una buena salud cuando entré al dojo. En los siete años en los que estuve ahí, vi cambiar sus técnicas de forma rápida. Después de un año obtuve las suficientes bases y me fue permitido tomar ukemi para él.
Entrenar con O-Sensei era bastante duro! Regularmente tenía la piel de mis codos con peladuras cuando practicábamos iriminage y las mangas de mi uniforme siempre estaban endurecidas con sangre. Las técnicas de O-Sensei eran tan rápidas que para mi era muy difícil hacer el ukemi. Incluso peor que tomar el ukemi era que tu te tenías que levantar de inmediato y sin dejar de observarlo. Lo sentías en tu nuca tan pronto como el te proyectaba volando dos metros sobre el tatami. Su espada también era extremadamente rápida.
Era como estar siendo presionado por alguna forma de fuerza invisible. O-Sensei usualmente nos decía que lo golpeáramos con un bokken en cualquier momento. En cualquier momento en que el de detuviera y se volteara a hablar con sus interlocutores parecía un buen momento ya que no estaría mirando en tu dirección, pero incluso así, nadie trato de atacarlo adi. El simplemente no tenía aperturas. Él no nos miraba con sus ojos, pero nosotros podíamos sentirlo observándonos con su ki. Eso usualmente me hacía sudar de una manera tan abundante que difícilmente podía yo mantener el agarre en mi bokken.
Aún asi, como si fuésemos sus oponentes nosotros nos manteníamos alerta, y gradualmente tratábamos de acortar la distancia. Entonces, por un instante, se daba una apertura, O-Sensei creaba pequeñas aperturas de forma deliberada con el fin de ayudarnos a desarrollar nuestras habilidades de percepción. Él no trabajaría con personas que no pudiesen demostrar la habilidad de percibir estas aperturas.
En el instante en que O-Sensei se descuidara en la intensidad de su poder Kokyu, nosotros podríamos apresurarnos para atacarlo; pero el ya se habría ido. Por esa razón pareciera que estuviese arreglado. O-Sensei ya estaría en movimiento en el momento en que nosotros empezáramos nuestro ataque. Nosotros simplemente éramos demasiado lentos o carecíamos de la habilidad de percibir. Yo encuentro esto muy interesante.
El contenido del entrenamiento era exactamente el mismo, pero a nosotros los uchideshi se nos decía que no debíamos entrenar de la misma forma que los estudiantes regulares. Nuestro entrenamiento tenía que ser mas duro y mas intenso, no algo suave y sin esfuerzo. O-Sensei era muy estricto al respecto.
Los uchideshi muy raramente recibían una instrucción técnica especial. En lugar de ello, la parte más intensa de nuestro entrenamiento era la interacción con O-Sensei en todos los aspectos de su vida diaria, servir como sus asistentes personales, acompañarlo en sus viajes, preparar sus comidas y sus baños, darle masajes en la espalda, leer para él, y cosas como esas. Las personas que no han sido un uchideshi difícilmente entienden el significado de este contacto diario.
Nosotros normalmente acompañábamos a O-Sensei cuando viajaba a lugares como Osaka y Wakayama, los viajes duraban normalmente cerca de una semana. Cargados con el Equipaje de O-Sensei y con el nuestro, con los bokken y jo cargados en la espalda, teníamos que llamar un taxi para dirigirnos a la Estación de Tokio. Cuando llegábamos allí, O-Sensei inmediatamente se bajaba del taxi y desaparecía al interior del lugar, dejándonos para encargarnos de comprar los tiquetes de tren y otros detalles. Nosotros teníamos que seguirlo mientras el se movía hábilmente en la congestionada estación, pareciera que las congestiones de gente se desvanecían en el momento en que él se movía.
Siempre que había que subir una escalera teníamos que ayudar a O-Sensei, empujándolo desde atrás, y cuando bajábamos, nosotros siempre íbamos un paso debajo de él y le ofrecíamos un hombro para que se sostuviera de ahí. Eventualmente también lo hacíamos en el tren. Ocasionalmente, había uchideshi que no podían seguirlo o continuar, pero O-Sensei simplemente se subía al tren y los dejaba atrás, de esta forma todos tenían que hacer lo posible para no quedarse y llegar al tren con el resto del grupo.
En la mayoría de sitios en que nos hospedábamos, se arreglaban dos habitaciones y un baño. O-Sensei dormía en el cuarto más lejano y los uchideshi se amontonaban en el otro. A su edad, O-Sensei usualmente se levantaba cinco o seis veces en la noche para ir al baño y nosotros teníamos que asistirlo. Durante los dos primeros dos o tres años, casi no pude dormir pues no se sabía en que momento se levantaría.
Cuando él se levantaba nosotros abríamos la puerta y le ayudábamos a ponerse su haori (un camisón suelto que es más largo en el frente , y llega hasta un punto entre la cadera y las rodillas), entonces lo acompañábamos al baño, abríamos la puerta y prendíamos la luz. Luego, le ayudábamos a lavar y secar sus manos, lo llevábamos de regreso a su habitación y luego regresábamos a la nuestra. Obviamente no puedes dormir muy bien si sucede esto cinco o seis veces en la noche. Cada uno de nosotros perdía cerca de ocho o nueve libras en la semana y al llegar a casa estábamos hechos trizas. Lo interesante es que después de cuatro años yo ya era capaz de dormir placidamente. De alguna forma podía en mi sueno percibir el momento en que O-Sensei necesitaba levantarse y usar el baño. Me despertaba, saltaba de la cama, abría la puerta y ahí estaba, en el instante apropiado. Algún tipo de comunicación sin palabras se desarrollaba. En japonés nosotros decimos ishin denshin, que significa algo así como la “comunicación como si dos personas tuviesen la misma mente”.
Este es un tipo de entrenamiento que te permite percibir la intención de ti compañero en el tatami. Cuando tu y tu compañero se enfrentan sosteniendo espadas, por ejemplo, lo que es realmente importante no es saber quien es mas fuerte y quien es mas débil, sino que tan claro tu puedes comprender la intención del otro. Para poder moverte en el momento justo, tu debes ser capaz de ver las aperturas cuando ellas aparecen.
No se si O-Sensei de manera intencional nos daba esta clase de entrenamiento, pero en cualquier caso, ello influenció mi técnica en el sentido en que yo uí capaz de actuar en respuesta del ki de mi compañero y el ritmo de sus movimientos antes de que yo pensara en hacerlo. Por supuesto, no lo puedo hacer todo el tiempo,.. desearía poder hacerlo, entonces si sería realmente un experto, ¿no te parece? [risas]
La gente busca cosas muy diferentes en el aikido, es difícil generalizar. Cuando era un uchideshi había muy poca gente entrenando en el Hombu Dojo, pero casi todos buscaban algo que fuese el “Aikido verdadero”. Muchos de ellos estudiantes eran excéntricos o inusuales de alguna u otra manera, dentro de este grupo encontrábamos a los “fanáticos del budo”. Este era un grupo extraño. En estos días hay mayor diversidad. Algunos lo hacen por salud, tros por los aspectos filosóficos o espirituales, todo esto esta bien.
Lo importante hoy en día, es que si concibes el aikido como un árbol, tiene que quedar muy claro quien va a tomar el rol de las hojas y las ramas y quien el de las raíces y el tronco. Mientras exista quien asuma el papel de las raíces y el tronco, el árbol se mantendrá sólido y saludable, y las ramas y hojas aparecerán. No hay nada de que preocuparse. La gente debe tener en esto en mente y evitar insistir en que el aikido no debería ser de la forma en que es hoy. Las hojas y las ramas son hojas y ramas y eso está bien para ellas. Son partes del árbol. La pregunta es ¿quién va a tomar la responsabilidad de mantener las raíces y el tronco?.
En principio creo que n existe lo viejo y lo nuevo en el budo. Nosotros tenemos la palabra ”Kobudo” que literalmente significa “budo antiguo”. Es lógico que el opuesto esa “shinbudo”, o “nuevo budo”, pero nosotros no utilizamos actualmente esa palabra en japonés, ¿o si?. La tendencia moderna para el nuevo budo es que se orienten hacia lo deportivo. Probablemente esta bien que se le llame a estos deportes “nuevas formas de budo”, pero en la forma tradicional de pensar, no se puede considerar a los deportes como budo.
Es muy difícil para mi decir en que medida estas cosas se deben considerar budo. Pero en mi punto de vista, no hay duda que el budo es lo que forma las raíces del aikido. Las ramas y hojas crecen de ello. Todos los otros elementos – aikido como “un arte para la vida”, como un medio para mejorar la salud como calistenia o un objetivo desde el punto de vista estético – todo estos son tallos de una raíz común que es el budo, ello está perfectamente bien, pero el punto es que no son la raíz por si misma. O-Sensei siempre recalcó que el “aikido es budo” y el”budo es la fuente de poder del aikido”. Si nos olvidamos de esto entonces el aikido mutará en algo mas de alguna forma en un “arte de vida” o algo mas como un tipo de yoga.
Dentro de mi limitada experiencia, lo que me cautiva más acerca del aikido es su naturaleza racional y el hecho de que nosotros encontramos principios coherentes perneando toda la técnica del aikido. Para poner un ejemplo, dentro de los muchos principios envueltos en el aikido encontramos uno en el cual “uno son varios”. Las técnicas sin armas, en principio, contienen el potencial de ser transformadas en cualquier momento en técnicas con armas y viceversa. Las técnicas usadas para responder a un solo oponente, pueden ser aplicadas también para múltiples oponentes. Las líneas de movimiento evolucionan de manos vacías al uso de las armas y nuevamente a manos vacías, de un solo oponente a múltiples oponentes y nuevamente a uno solo en un modo orgánico continuo y conectado. De esta forma, aikido es muy similar a una entidad viviente. Este elemento constituye una de las cualidades esenciales del aikido como budo. Este es el tipo de movimientos que O-Sensei usaba y se mantiene en el corazón del aikido. De todas formas, esta cualidad esencial no se manifiesta claramente en las técnicas individuales tanto como si permea el arte en un todo y existe como un potencial latente. Esto permite una aproximación a una ética vista por una espiritualidad moderna, en otras palabras el “shinmu fusatsu” que representa el ideal más alto en el budo Japonés—- “el no matar”
La esencia del aikido como un budo no se encuentra de manera superficial, pero aquellos con un grado de profundización deberían ser capaces de discernir. Del aikido que vemos en la superficie, en otras palabras, mucho del aikido que vemos hoy, no puede decirse que representa el budo en el sentido tradicional de la palabra. Afortunadamente, en el aikido para un estudiante serio permanece el potencial de escudriñar en profundidad para descubrir su esencia y a través de un largo proceso de búsqueda hacer de ella su propia esencia.
Creo que tal vez una de las profundas y fascinantes cualidades del aikido es que se mantiene en todo momento formas fenomenales en la superficie junto con un potencial subyacente para revelar la verdadera esencia del concepto de “bu”. En este aspecto su profundidad es casi ilimitada. Es un gran error pensar que lo que se ve en la superficie lo es todo y representa la realidad. De otra parte, la búsqueda exclusiva de la así llamada “realidad” que existe tras la forma puede causarte perder de la vista la universalidad del aikido como un camino (michi) y todos los esfuerzos del Doshu serán en vano.
Siendo un joven de dieciocho años, Kazuo Chiba le dio una mirada a una fotografía de Morihei Ueshiba en un libro y supo que su búsqueda de un verdadero maestro de Budo había terminado. Ahora, siendo 8vo Dan e Instructor en Jefe del San Diego Aikikai, Chiba recuenta episodios de sus años como uchideshi, y provee una explicación detallada del concepto shu-ha-ri, así mismo explica su propio punto de vista del moderno mundo del aikido.